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jueves, 15 de octubre de 2015

MINAS ANTEPERSONALES. 2002 Una amenaza invisible y casi siempre letal

Una amenaza invisible y casi siempre letal

Cada mes, en todo el mundo, unas dos mil personas mueren o sufren graves amputaciones a causa de los temibles explosivos
Diario "La Nación". Buenos Aires, Viernes 15 de febrero de 2002




La guerra antiterrorista en Afganistán, el estallido del conflicto en Cachemira entre la India y Paquistán y las amenazas entre el ejército y la guerrilla en Colombia produjeron, en las zonas más calientes del mundo, el triste regreso de las minas antipersonales. Un arma que hace tres años el Tratado de Ottawa intentó prohibir para siempre, pero que, en los últimos meses, volvió a instalar su amenaza como nunca.
Semanas atrás, el ejército de la India comenzó la instalación sobre la frontera con Paquistán de un campo minado que podría convertirse en el más extenso que jamás se haya conocido.



Fuentes de organizaciones internacionales que trabajan en la región dijeron a LA NACION que los militares indios planean colocar explosivos a lo largo de 3000 kilómetros de territorio, "en toda la línea de separación de ambas naciones, desde el mar Arábigo a la cadena del Himalaya".
Se trata de un recurso que en la misma zona utilizaron en exceso los talibanes antes de ser derrocados en Afganistán y que, en las últimas semanas, les sirvió a las FARC para sembrar el pánico sobre los límites de la zona de despeje que el ejército colombiano pretendía reocupar.



El centro de Asia reunirá de esta forma la mayor concentración de campos minados del mundo y se convertirá en el epicentro de la ruptura del aquel compromiso mundial, impulsado por el Comité Internacional de la Cruz Roja y ratificado por casi 130 países, que en 1999 dispuso la desaparición de estos artefactos, cuyas mayores víctimas son los civiles y, especialmente, los niños.

Temor a futuro

"Las fuerzas indias comenzaron la instalación de sus campos minados a lo largo de toda la frontera y en Paquistán estamos muy preocupados por las miles de víctimas que esto puede causar en el futuro", dijo Faiz Muhammad Fayyaz a LA NACION desde Paquistán, donde se desempeña como director de la ONG Campaña Internacional para la Prohibición de Minas Terrestres (ICBL, según sus siglas en inglés).



"La tendencia que apuntaba a la disminución del uso de minas antipersonales se ha revertido, pero creemos que la situación en la región puede mejorar ahora que ha terminado el problema con los talibanes en Afganistán", dijo Fayyaz.
Los militares indios están preparando el terreno y comenzaron a apropiarse de granjas y áreas sembradas en la zona fronteriza para la instalación del mortal cerco defensivo.
"Por la colocación o transporte de las minas en el área fronteriza, 18 soldados han muerto y muchos resultaron heridos, incluso civiles que cruzan el lugar. Además, ya hemos visto volar por los aires muchísimos camellos y cabras", dijo a LA NACION, desde la India, Balkrisha Kurvey, director del Instituto Indio para la Paz, el Desarme y la Protección del Medio Ambiente.
"El gobierno indio nos ha dicho que la colocación de minas en la frontera es fundamental para evitar la infiltración de militantes de Al-Qaeda desde Paquistán", dijo Kurvey.
La Campaña Internacional para la Prohibición de Minas Terrestres, organización que promovía la fallecida princesa de Gales Lady Di, calcula que la India tiene aún en stock cerca de cinco millones de minas antipersonales, mientras que Paquistán cuenta con seis millones de dispositivos.
"La reciente colocación de minas en la frontera de la India y Paquistán es una tragedia. Las zonas que fueron minadas son campos fértiles de una importancia vital para la comunidad local", dijo a LA NACION, desde Gran Bretaña, Sean Sutton, que trabaja para el Mines Action Group (MAG) haciendo un seguimiento de la situación en esa región asiática.
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Antes de que los Estados Unidos llegaran al Asia Central y mientras sus poderosas fuerzas rodeaban Afganistán los talibanes instalaron una enorme cantidad de minas antipersonales en las afueras de las principales ciudades.
Kandahar, el bastión del régimen, y Kabul, la capital histórica, fueron rodeadas de campos minados.
"Tanto los talibanes como la Alianza del Norte y el resto de los grupos que han combatido en Afganistán en los últimos años colocaron minas antipersonales. Afganistán sigue siendo uno de los países más minados del mundo. Mucho más cuando en los últimos meses no hubo tareas de limpieza, sino de colocación de más explosivos", dijo a LA NACION Susan Wixley, vocera de ICBL.
El panorama en la zona central de Asia es más complejo que nunca y las bombas de fragmentación que dejó la guerra antiterrorista en Afganistán hacen ahora imposible limpiar el terreno de minas.
Antes del inicio de los ataques contra los talibanes las organizaciones internacionales estimaban que, desde la guerra contra la Unión Soviética, más de 10 millones de minas antipersonales cubrían Afganistán. Hoy los números superarían largamente esa cifra, mientras los costos en vidas humanas aumentan, especialmente entre los niños, que desconocen su aspecto.
Según Amnistía Internacional, el año último más de 1000 personas fueron víctimas en distinto grado de minas antipersonales, pero en los últimos meses, en promedio, murieron siete menores por día en Afganistán a causa de la explosión de estos artefactos.
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Mientras tanto, en la otra punta del mapa, en Colombia, por cada mina que se desactiva se están colocando 20 nuevas, que producen una víctima cada dos días. El 32 por ciento de los accidentes ocurre con menores de edad, según los datos suministrados a LA NACION por la oficina de Unicef en ese país.
La escalada de violencia de las últimas semanas en la zona de despeje del Caguán, en el sur del país, hace imposible calcular el número de artefactos que hay colocados en el territorio colombiano. "La guerrilla ha minado la frontera interna y externa del área que hoy mantiene bajo su control", dijo a LA NACION Diana Roa, de la Campaña Colombiana contra las Minas.
"El último registro que teníamos era de unas 100.000 minas sembradas. Hoy esa cifra puede llegar a las 500.000, aunque el cálculo se pierde en la zona desmilitarizada, pues es muy difícil ingresar", aseguró.
Por Juan Castro Olivera De la Redacción de LA NACION
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Diario "La Nación". Buenos Aires, Viernes 15 de febrero de 2002

Diario "La Nación". Buenos Aires, Viernes 15 de febrero de 2002

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